¿Puede conducir Sheldon Cooper?
- Al inicio del tratamiento o al modificar la dosis hay que extremar la precaución
02 abril 2018
Los pacientes que padecen un trastorno mental deben consultar a su médico la conveniencia, o no de ponerse al volante. La enfermedad que se padezca (depresión, esquizofrenia, trastornos de la personalidad, trastorno obsesivo compulsivo...), el momento evolutivo en el que se encuentre (inicio de la enfermedad, fase estable...) la medicación necesaria para su control (tipo de fármaco, inicio o cambio en la medicación, efectos secundarios...), son aspectos que van a condicionar la capacidad para conducir. En definitiva, se requiere de una valoración individual del paciente, como en muchas otras enfermedades. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los medicamentos utilizados para tratar estas enfermedades actúan sobre el sistema nervioso central y llevan el pictograma que alerta de sus efectos sobre la conducción y aun cuando en general la capacidad para conducir mejora en los enfermos tratados, es imprescindible tener en cuenta los aspectos mencionados.
El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es una enfermedad que puede llegar a ser muy incapacitante, provocando una baja calidad de vida en quien la sufre. Se estima que el TOC afecta al 2-3% en la población general, iniciándose normalmente en edades tempranas (hacia los 20 años). Se caracteriza, como su nombre indica, por la presencia de obsesiones y compulsiones.
Las obsesiones son pensamientos o ideas fijas recurrentes que generan malestar significativo (inquietud, aprensión, temor o preocupación). Pueden tener contenido religioso, moral, protección corporal (limpieza, contaminación), protección ante peligros, orden y simetría...). En cambio, las compulsiones son conductas (lavado de manos, comprobaciones, etc.) o actos mentales irresistibles (contar, rezar, repetir palabras o frases...) que la persona realizar en respuesta a la obsesión, para así evitar la ansiedad que ésta le genera.
Obsesiones: son ideas, pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes egodistónicos, es decir, que no son experimentados como producidos voluntariamente, sino más bien como pensamientos que invaden la conciencia y son vividos como exagerados o sin sentido, a veces como repugnantes. El enfermo realiza intentos para ignorarlos o suprimirlos, a veces sin conseguirlo. Entonces se ponen en marcha las conductas compulsivas encaminadas a reducir la ansiedad motivada por la obsesión.
Compulsiones: son conductas repetitivas, en general caprichosas, y aparentemente finalistas que se realizan según determinadas reglas de forma estereotipada y cuya principal función es reducir la ansiedad provocada por la obsesión. La conducta no es un fin en sí misma, sino que está diseñada para producir o evitar algún acontecimiento o situación futura, relacionados con la obsesión en cuestión, por lo que su realización reduce la ansiedad provocada por la última. Sin embargo, o bien la actividad no se halla conectada de forma realista con lo que se pretende impedir o provocar, o bien puede ser claramente excesiva.