A la conquista del espacio público
- Se calcula que una tercera parte de la población mundial ha estado confinada
08 julio 2020
Se estima que un tercio de la población mundial, según datos del Foro Internacional de Transporte (ITF), ha estado confinada. En este tiempo se han registrado fuertes disminuciones del tráfico, entre un 70-90%, y se ha reducido un 17% las emisiones de CO2 a nivel mundial. Sin embargo, el descenso de accidentes no ha sido proporcional. Se han registrado disminuciones de un 50-60% en países como Noruega, Suecia y España y en ciudades como Nueva York (EE.UU.). Y solo un 40% en Francia. La clave puede estar en la velocidad. En Manchester (Reino Unido), por ejemplo, durante los 25 días posteriores al confinamiento, se detectaron 6.200 conductores excediendo los límites.
Transporte público
En las ciudades chinas, que nos llevan varios meses de adelanto en la gestión de la pandemia, el uso de transporte público, tras el confinamiento, ha disminuido un 75%; mientras que los desplazamientos en coche ya están en niveles anteriores a la COVID-19, excepto en la ciudad de Wuhan. En ciudades como Nueva York, París o Tokio se realizan entre 5 y 9 millones de viajes diarios en metro y autobús. Imagínense si solo una parte de estos se reemplazaran por desplazamientos en turismo. ¿Hasta qué punto están preparadas las ciudades?
Parte de estos viajes podrían realizarse en vehículos de movilidad personal, en bicicleta o a pie. Para Ceri Woolsgrove, representante de seguridad vial de la Federación Europea de Ciclistas, será crucial hacer que las carreteras sean más seguras para los ciclistas, proporcionar mayor espacio y subvencionar la compra de bicicletas.
Las infraestructuras de emergencia para bicicletas, patinetes o peatones, llamadas “coronavías”, como las que se instalaron desde finales de marzo en ciudades como Berlín, Bogotá, Ciudad de México o Nueva York, se han extendido rápidamente. En abril ya se contabilizaban en 150 ciudades. En algunos lugares (Île de France, Lima, Nueva York, Quito, Roma…) se han creado este tipo de infraestructuras en toda la región o en toda la ciudad. En otros lugares (Milán, San Francisco, Portland, Viena) se han creado “calles abiertas”, que combina el despliegue de coronavías y el ensanchamiento de aceras, una amplia zona pacificada (velocidad a 30 km/h), la peatonalización, etc. Para Claudia Adriazola-Steil, directora del programa de Salud y Seguridad Vial en el Instituto de Recursos Mundiales, “si se quiere que las personas caminen o circulen en bicicleta, se obtendrán beneficios medioambientales, pero si lo que se quiere que la ciudad además sea segura, hay que reducir la velocidad de los automóviles”. Pero, lo que la convierte en una “amenaza invisible” es que no se percibe el riesgo. “La mayoría de las personas temen saltar por una ventana de un segundo piso –dice Claudia Adriazola-Steil–, pero el riesgo de lesiones es casi el mismo que ser atropellado por un automóvil a 25 mph (40 km/h)”. “La gente simplemente no entiende que la reducción de la velocidad aporta grandes beneficios”, dice Véronique Feypell, experta del Programa de Seguridad Vial del Foro Internacional del Transporte (ITF). Para Feypell, “un descenso del 10% en la velocidad media del tráfico supone una reducción del 40% en accidentes mortales”.